lunes, 3 de diciembre de 2007

ANTOLOGÍA POÉTICA - INTRODUCCIÓN















Bienvenidos


Al iniciar esta labor de poner en circulación una muestra de la poesía argentina
contemporánea, hemos contemplado factores heterogéneos; ellos establecen la particularidad de cada poeta y lo fundamental que emerge
de estas voces, diferentes en apariencia, no obstante solidarizadas en lo insondable por el mismo ímpetu, por la misma pasión.
La primera parte de esta antología la dedicamos pues, a poetas con obra y trayectoria importantes, que trascendieron las fronteras de nuestra nación, y sin embargo no todos integran el plantel de los
publicitados
. Asimismo , en la segunda
etapa se presentan componentes de diversas generaciones, de poetas destacados por su
experiencia, aporte valioso al panorama literario nacional y por la difusión de la poesía; y otros, aún en ciernes, como representantes de un futuro prometedor o de un frente inaugural.
Efectivamente la propuesta de este espacio es, en todos los casos, elogiar ese habitar poético del hombre en esta tierra, sin recurrir a clasificaciones, istmos, escuelas, etc. Razón por la cual dejamos en manos de la crítica toda pretensión de análisis estructural o de otra índole

Nos limitamos a exponer la obra de los autores y a ofrecer un lugar de encuentro y de consulta que apunta a la comunicación entre los poetas y su público.





De este modo iniciamos la primera etapa de la Antología, con el poeta Antonio Requeni, le damos la bienvenida y lo recibimos con un fuerte aplauso.



Gracias



BIOGRAFÍA



Antonio Requeni nació en Buenos Aires en 1930. Publicó los libros
de poemas: Luz de Sueño, 1951; Camino de Canciones, 1953 (Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores); El alba en las manos, 1954; La soledad y el canto, 1956; Umbral del horizonte, 1960; Manifestación de bienes, 1965 (Premio del Fondo Nacional de las Artes y de la VI Fiesta de las Letras de Necochea; Inventario, 1974 (Pluma de Plata del PEN Club), Línea de Sombra, 1986 (Primer Premio Municipal de Poesía); Poemas 1951-1991, 1992; Antología poética (1996); El vaso de agua, 1997 (existe una edición digital de este libro:
http://www.lodigital.com.ar/) y Poemas italianos, 2003. En 1977, Ediciones CUlturales Argentinas (ECA) publicó Antonio Requeni, selección de sus poemas con estudio preliminar de Ángel Mazzei.
Libros en prosa: Los viajes y los días, crónicas de viaje, 1961 (Premio del FOndo Nacional de las Artes), El Pirata Malapata, cuentos para niños, 1974; y Cronicón de las peñas de Buenos Aires, 1984 (Primer Premio Municipal de ensayo). Es autor también de las antologías González Carbalho, selección y prólogo, 1961; el Libro del padre, selección y prólogo, 1984, y Travesías, conversaciones con Olga Orozco y Gloria Alcorta, 1997.
Además de las distinciones mencionadas, Antonio Requeni obtuvo el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía, 1984; el Laurel de Plata a la Personalidad del Año, del Rotary Club de Buenos Aires, en 1989; el Premio Konex en dos oportunidades y el Premio Esteban Echeverría de Gente de Letras, en 1990, así como el premio al Mejor Poema Extranjero en el Certamen Internacional de Poesía Sicilia '80, de la Associazione Siciliana per le Lettere e le Arti, Palermo, Italia, en 1980. Ha sido condecorado por el gobierno Italiano con la Orden de Cavallieri Ufficiale. Es miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo.







Opciones: Para leer con música pulsar en la tira de You Tube, en la tira lateral derecha.






LA POESÍA


Temblorosa, como una flor desnuda,

te descubrí en la infancia. Simplemente

un susurro, un aroma por la frente,

tu luz en mi palabra ciega y muda.

Como quien ama y con su amor se escuda

de la monotonía de la gente,

conmigo te llevé secretamente,

razón del sueño entre mi fe y mi duda.




Fuiste el misterio y la belleza, todo



lo que en tu nombre amé y hoy es el modo

de una nostalgia que a vivir me ayuda



cuando abro un libro y vuelves, temblorosa



-susurro, aroma, luz, desnuda rosa-,

con Garcilaso, Rilke, Banchs, Cernuda.















PALABRAS PARA EL ÁNGEL DE CECILIA





Ángel, tú que la guardas, yo te pido

que no la dejes un instante sola.

La vida, bien lo sabes, es a veces

un subterfugio, una expiación, un hábito.

Pero ella es inocente,

su edad se mece todavía

entre las flores del almendro

y los compaces mágicos de Mozart.

Yo sé que no soy digno,

que no merezco la infinita gracia

de hablar contigo, Ángel,

ni siquiera en la lengua rumorosa del verso,

pero lo hago por ella que es ahora

lo más cierto de mí, lo único noble

que acaso un día me redima y salve.






Ángel, hazla sensible y dulce,

haz que sus actos no traicionen su alma

y gobierne su amor el equilibrio

que sostiene en la noche las estrellas;

da sentido a su vida, dale fuerzas

para volcarla en los demás; ayúdala

a descifrar el mundo con las armas

de la ternura y el conocimiento.




Ángel, tú que la guardas, yo te pido

lo que no tengo y desearía

poder legarle: un resto de pureza

y de confianza en el milagro.

Porque ella es inocente,



porque ella es tan pequeña que no tiene

sino su propia desnudez, su frágil

modo de estar apenas en la vida.

Yo te lo pido,

no la abandones, Ángel.







VERSOS PARA EL HIJO

Pequeño y asombrado, la realidad tanteas.

De pronto gritas tu hambre y empuñas la cuchara.

Tu instinto en el enigma de vivir se ejercita

y buscas con tu cuerpo lo que yo con el alma.


Tu madre va y regresa con sus cuadernos, cerca

de tu cuna yo leo los versos de un amigo,

mientras tú nos contemplas y sonríes al ángel

que de tu almohada vuela a posarse en mi libro.








Quiero aprender, Fernando, la poesía en tu frente,

porque tuya es la gracia que el poema procura.

Beso en tu rostro un nido de sílabas celestes.

Te acaricio y los dedos se me llenan de música.




Árbol: éste es mi hijo, te pido que le enseñes

a crecer y ser fuerte, a llenarse de pájaros,

a soportar tormentas y a sonreir con flores

aunque la suerte pase junto a él, sin mirarlo.

Un día me iré lejos y no me verá más,

pero por ti mi sangre seguirá navegando,

y por ella un barquito de papel, mi ternura,

ésta que ahora te nombra, simplemente, Fernando.






PIEDRA LIBRE

El padre juega con sus criaturas.

La cara vuelta contra la pared

y el brazo levantado hasta los ojos,

está contando como si llorara.

Y mientras cuenta sus criaturas crecen,

van por el mundo, suben escaleras,

se enamoran o estudian geografía.

Cuando termina de contar, el padre

entra en los cuartos y revisa los muebles.

Apenas ve. ¿Quién apagó las luces?



Su voz, que ha enronquecido, los invita

a dejar de una vez sus escondites.

Y los hijos regresan, jubilosos.

¡Cómo han crecido! Son casi tan altos

como los sueños que en su juventud

solían desvelarlo dulcemente.

¡A contar! ¡A contar! - exclama el padre.



(Los grandes siempre vuelven a ser niños).

Y los hijos se apoyan contra el muro,

hunden la frente entre los brazos. Cuentan.

Y mientras cuentan -once, doce, trece...-



el padre se va haciendo pequeñito.

Cuando terminan de contar lo buscan.

Lo buscan pero el padre no aparece.

Se ha escondido debajo de la tierra.



UN PÁJARO


Podemos llamar Dios al sentido
de la vida, al sentido del mundo
Witgenstein



Desde su frágil pecho un manantial

se abre en cauces de luz por su garganta.

Es el canto de un pájaro que canta

en un parque vacío y otoñal.

No se conmueve nadie. Siempre igual

el sueño de la piedra y de la planta.

Ninguno oye el milagro que levanta

su melodía inútil e inmortal.





En Buenos Aires, la ciudad querida,

flota, y es una gracia inadvertida

la parábola ardiente de esa voz.




¿Es el canto de un pájaro? Quién sabe...

Acaso no es un canto ni hay tal ave.

Quizá nos habla en este instante Dios.





SALA DE ESPERA





Nuestro cuerpo es una sala de espera
donde la muerte se entretiene
leyendo una revista.
Sentada, hojea nuestra alma
(grabados con leyendas neblinosas
y excesivas erratas en el texto).
Extrae luego un lápiz y descifra
las palabras cruzadas. Dobla ahora
ya las últimas páginas. Bosteza.
Cruza las piernas. Fuma un cigarrillo.
Hasta que suena un timbre y se levanta.





PERFECCIÓN DEL INSTANTE


Recostarse en la hierba y ver el cielo
a través del murmullo de los álamos.
Seguir el lento viaje de las nubes.
Sentir mis pulsaciones acordadas
con el eco de muertes que aún persisten
en ser hondos afluentes
del amor en la tierra.
Rendir mi corazón a los aromas.
Acariciar la pulpa del silencio.
Descubrirme habitado
de unas pocas palabras verdaderas
y escribirlas después en el rocío
o en el pecho sereno de algún árbol,
para luego borrarme, perderme para siempre.









TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

(A.E.)



Mirado desde atrás parece Dios.
Su blanca, alborotada cabellera,
va de un extremo al otro
de la noche que imita una pizarra.
Cielo rectangular donde dibuja
la ecuación algebraica del misterio.

De su tiza los signos y los números
crecen y se procrean -multiplican-
o se separan con dolor -dividen-
para unirse, quizá, en el infinito.
Luego se asoma al cero de la nada
y de su pozo extrae constelaciones
de ignotas "x" y encendidos múltiplos.



¿Oirá la melodía
que embelleció la noche de Pitágoras?









GERIÁTRICO



Todo está en orden:
las paredes asépticas,
el puntual almanaque,
los exactos latidos del reloj.
Una mujer de blanco les sonríe
mientras ellos deambulan
entre escarchadas toses y jadeos
o miran desfilar mundos extraños
en la pantalla del televisor.
Uno hace un solitario con los naipes.
Otro, con un pañuelo, frota el vidrio
de sus anteojos, lento, ensimismado.
Algunos se dirige
hacia la habitación en donde, a oscuras,
da de comer a sus recuerdos.
Toman el té a las cuatro.
La cena a las siete.
A las ocho se acuestan.
Ella siempre está allí, los acompaña.
A veces les da un beso,
una caricia helada, maternal,
y ellos se quedan quietos,
dormidos como niños.





LOS AROMAS



Acaso más que los colores y la música,
que las palabras del poema,
los aromas alumbran el profundo
corazón del misterio, son el hálito
más dulce de la gracia. Voluptuosos
racimos de glicinas, azahares,
el jazmín niño y la opulenta rosa,
beben los jugos de la tierra y alzan
en sus copas la alquimia
para que los humanos se consuelen
de no encontrar a Dios, de no ser ángeles
en la inmortalidad de la Belleza.
Voces que exhalan o modulan
la síntesis aérea del milagro.
Nardo sensual, sutil dama de noche,
el humilde junquillo y la retama.
Yo era niño y cruzaba entre perfumes
el país del asombro. Todavía
me es dado regresar cuando aproximo
a mi rostro unos pétalos balsámicos
y el alma, venturosa, se aligera
y en un temblor parece evaporarse.



Pura embriaguez del éxtasis. Aromas.






OSCURO FUEGO
¿Quién necesita que yo escriba?
Sin embargo es hermoso
vivir por la belleza, aproximarse
al fuego oscuro en el que arde
la fiesta y el misterio de la vida.
Aunque a nadie le importe.
Brilla en la noche el verso,
bello y desamparado
como un cuerpo desnudo.
ROBERTO SANTORO, poeta
La luz, medrosa, se repliega
y las lágrimas ruedan por los pómulos
de la impotencia y la resignación.
Sólo eres un nombre en una lista.
Pero yo creo en la venganza del poema.
No haya paz en la tumba del verdugo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones Elisa por este trabajo, desde la música elegida que nos hace transitar por todos los caminos acompañando a la calidad y calidez del poeta-que ya conocemos-. Bellísimos sus poemas para leer y sentir.Un beso muy grande para vos y un abrazo muy fuerte para Antonio. Miguel Madrid.

LONG-OHNI dijo...

Querido Antonio, gran poeta que descubrí por allá, hace ya tiempo, en las páginas domingueras de La Nación y cuyos recortes guardo en celosas carpetas. "Piedra libre" poeta de la sencillez que siempre ahonda, la que dice verdad cuando ella dice, poeta de la palabra con sentido, con perfume, con música, con brillo y con todo el dolor que es necesario.
Sí, yo también sigo jugando a las escondidas y no sé si es mi turno de esconderme.
Gracias en nombre de la Poesía
Con mi abrazo siempre
LONG-OHNI